Maratón de Nueva York 2016 (Por Amaia Beitia Arregui)-1

Hace 3 años, después de correr mi segunda Behobia, nos fuimos como siempre toda la cuadrilla de Asier (mi marido), a comer juntos. De pronto nuestro amigo Ricardo dijo: “Chicos, en el 2016 cumplimos 40 años… ¿por qué no nos vamos juntos de viaje?”, y dijimos todos “Siiiiiii…”.Entonces añadió: “¿Y si vamos a Nueva York?”, y todos contestamos de nuevo: “Siiiiiii…”,y por último se le ocurrió: “¿Y si aprovechamos para correr el maratón?”, y ahí la mitad se calló y la otra mitad contestamos de nuevo: “Siiiiiii…”.

Total, que para cuando acabamos la comida, ya teníamos la fecha elegida y toda la logística montada: abrir una cuenta de ahorro de la cuadrilla, la cantidad que ingresaríamos todos los meses (los que íbamos a correr y los que no), el modo de conseguir dorsales, quién se encargaría de mirar el precio aproximado de todo, etc.

Tuve claro desde el principio que este reto sólo me lo planteaba poniéndome en manos de personas que me ayudaran y que se dedicaran a esto.

Así que un año antes del maratón (en noviembre de 2015), llamé a Sasoituz y me cogió el teléfono Krutx. Estuvimos charlando y le conté un poco por encima cómo era yo, mi trayectoria deportiva (casi inexistente…), y mi situación personal (trabajo, marido que viaja y 2 niños). Él me convocó para febrero de 2016, y ahí nos conocimos y arrancamos este viaje juntos, los tres, que ha durado 9 meses en total y que personalmente me ha dado tanto.

Cuando aparecí por la oficina de Sasoituz para la entrevista inicial, creo que fue la primera vez que tuve conciencia real de que el reto no iba a ser fácil. Por varios motivos: por ser mis primeros 42kms, por las características propias de ese maratón, por mi condición física y por mi situación familiar y laboral, pero lo cierto es, que a pesar del realismo de Krutx y de Ainhoa, estuve segura de que quería intentarlo a toda costa, de que esta oportunidad sólo se iba a presentar una vez en mi vida y que yo quería volver a casa con mi medalla de maratoniana.

Los meses fueron pasando y la transformación se fue produciendo. Semana a semana, desde febrero hasta agosto, entrenando 4 días, y a partir de agosto hasta noviembre, entrenando 5 días a la semana.

Para cuando quise darme cuenta, había llegado el momento: volamos a nueva york el viernes día 4 de noviembre, el sábado recogimos el dorsal en la feria del corredor y la carrera era el domingo día 6.

El día del maratón, la cita para salir desde el hotel era a las 6:00 de la mañana, por lo que me puse el despertador a las 5, pero me desperté a las 2:45 y ya no pude volver a dormirme: ¡Horror!. Cuando salí de la habitación con todo el kit listo: desayuno, ropa de abrigo para la espera y una tonelada de nervios, me encontraba bastante cansada. Además, la despedida en la habitación con Asier fue muy emotiva por lo que salí bastante tocada. No he dicho antes que cuando hablamos de esto hace 3 años, íbamos a correr 5 personas (entre ellas Asier), pero por lesiones, sólo pudimos llegar al arco de salida 2 de nosotros: Ricardo y yo. Así que aunque ilusionada, toda esta experiencia adquiría un alto componente emocional. Asier y yo corrimos juntos mi primera behobia y esta vez, me hubiera gustado poder correr nuestro primer maratón juntos también.

En fin, nos metimos en el autobús Ricardo y yo, y nos llevaron hacia Staten Island a la zona de corredores. Después de pasar numerosos controles de seguridad, encontramos un txoko en el que esperar y desayunar por segunda vez dentro del corral azul que era nuestro corral de salida. No se nos hizo nada larga la espera (2 horas aproximadamente), y tampoco pasamos nada frio. De hecho hubo momentos en que nos daba el solecito, y fue un gusto. Mi cabeza iba a mil por hora, me pasaron un montón de personas importantes en mi vida y que me han apoyado a muerte en todo esto, y aunque no estuve especialmente nerviosa, sí que notaba más cansancio de lo que me hubiera gustado.

Llegada la hora, caminando, nos fueron llevando hacia la salida en el puente Verrazano, y de pronto todo el mundo se paró y oímos primero el himno americano, y después a Frank Sinatra, y tras su “New York, New York” llegó el pistoletazo de salida acompañado del ruido de los helicópteros que nos sobrevolaban. Nosotros poco a poco empezamos a trotar suavemente.

Pasamos el arco y los chips pitaron…¡la carrera había comenzado!. Unos 11 grados, viento y el sol dándonos suavemente por la espalda. Qué maravilla de tiempo, y qué maravilla de espectáculo. En el puente Verrazano sólo se oyen nuestras zapatillas y las respiraciones acompasadas, y se percibe muchísima concentración. Estamos todos igual: tratando de encontrar nuestro ritmo y nuestro sitio en la carrera.

Una vez acaba el puente, giras hacia la derecha y de pronto oyes el escándalo: todo Brooklyn aparece animando ante nosotros: con pancartas, grupos de música, gritos de ánimo…Ahí empieza la carrera de verdad. Creo que al igual que pasa en la Behobia, éste es el espíritu del maratón de nueva York. Una locura. Una felicidad.

A partir de aquí, no pude quitarme la sonrisa de la cara. Fue impresionante.

Para colmo, nosotros llevábamos unos animadores de lujo: el resto de la cuadrilla (6 personas más), nos esperaban en el km 13 en Brooklyn. Ellos llevaban nuestra pancarta de ánimo particular (“AUPA AMAIA Y RICARDO”) y gritaron y animaron como jabatos. Nos dieron la vida y nos hicieron sentir “en casa”, pero en la gran manzana.

Maratón de Nueva York 2016 (Por Amaia Beitia Arregui)-2

Cuando llegué al kilómetro 25 me enfrentaba por primera vez a una distancia desconocida (mi tirada más larga había sido de 24,5kms en los entrenamientos), pero las sensaciones eran fabulosas así que continué como si no costara. Y ya cuando llegamos al kilómetro 30, pensé que realmente ahí empezaba el maratón. Para mí y para todos, pero que si lo pensaba fríamente (y con altas dosis de optimismo), 12 kilómetros no dejaban de ser una tirada corta en un entrenamiento cualquiera.

Continué manteniendo el ritmo, y en el kilómetro 35 Ricardo y yo nos separamos, así que inicié los últimos 7 kilómetros sola. Seguía con la sonrisa en la cara porque me encontraba de fábula, y aunque estaba a la expectativa esperando a la temida fatiga, no dejé de disfrutar ni un solo momento. Ni de la carrera, ni de la gente. Dicen que hay unos 2 millones de personas en la calle animando a los corredores ese día distribuidos a lo largo de todo el recorrido, así que imaginaos lo que es.

Para cuando me quise dar cuenta, ya estaba en el kilómetro 38 y allí, a lo lejos a mi izquierda, oí de nuevo a Asier y a la cuadrilla: “Aupa Amaiaaaaaaaaaaaaaa…¡¡ya lo tienes!!…¡¡Ya lo tienessss!!”. Por poco me vengo abajo en ese momento, pero levanté los brazos, les sonreí y continué camino de la meta. Era así: el maratón ya era mío. Sin lugar a dudas.

Cuando por fin entré en Central Park, casi no sentía los toboganes del final porque lo único en lo que podía pensar era en que estaba a punto de conseguirlo y en toda la gente que estaría en ese momento en casa sintiéndose profundamente feliz por mí.

En esas llegué a la milla 26 y en nada vi la meta: de color azul esperándome a lo lejos, pero a la vez muy cerca. Qué gustazo atravesarla. Lo había hecho. YO lo había conseguido. Estrenaba un nuevo estado en mi vida: el de maratoniana y lo había hecho con un crono de 3 horas 54 minutos y 43 segundos. Felicidad absoluta. Ya tenía mi medalla.

A partir de aquí, sólo puedo dar las GRACIAS. A todas las personas que me han apoyado siempre en esto y que me han dado tanto apoyo y cariño cada día. GRACIAS a mi aita y a mi ama por su gran ayuda. GRACIAS a mis niños: Unai y Ane, por lo fácil que me lo han puesto para que pudiera conseguirlo. GRACIAS a Asier por su extraordinaria generosidad. GRACIAS a Ricardo por ser mi compañero de maratón y por esos inolvidables 35 kms juntos. GRACIAS al resto de la cuadrilla (Rebeca, Gonzalo, Marivi, Jon y Miren) por vivirlo con nosotros con tanta intensidad, y por último, GRACIAS a Ainhoa y a Krutx por compartir conmigo este viaje que empezó en febrero y por acompañarme como lo habéis hecho. ¡Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida!