Esta es una historia que comienza allá por Octubre del 2016. Había pasado ya cerca de un año de la operación para extraer el tubito de la rodilla y era hora de empezar a poner un objetivo serio y darle un poco de caña a un cuerpo que estaba algo perezoso.
Las preguntas fueron sencillas y directas:
– Krutx: “Que quieres preparar?”
– Unai:“Maratón de Donostia 2017”
– K: “Objetivo?”
– U: “A tope”
– K: “Dame un año para prepararte. Yo mando y tú obedeces. Sin volantazos. Si aceptas, podemos hacer una marca muy decente. Pero el camino será diferente. Hay que modelar ese cuerpo primero”
– U: (nervioso y agradecido a Amalur que estaba junto a mí dándome vía libre) “Soy tuyo”
Fue en 2007 cuando me hablaron de Ainhoa Aierdi por primera vez. Ella es una nutricionista de Donostia con la que había tratado un amigo del pueblo. No sé si fue el hecho de que ese amigo hubiera preparado un maratón con ella lo que me empujó hasta el barrio de Egia, pero está claro que el destino me tenía preparado un encuentro que definitivamente será para toda la vida. Y eso que yo solo quería adelgazar. Pero algún que otro dato que le comenté a Ainhoa, fue el detonante para que Krutx, mi preparador, asaltara el despacho de ella sin compromiso (palabras textuales) para mí. Menos mal. Ainhoa y Krutx, como sabéis la mayoría, son Sasoituz. Y son parte fundamental de esta historia y de las que vendrán, sean o no deportivas.
La historia que empezó el 2 de Enero de 2017 y que ha tenido como final el Maratón de Sevilla, tenía, como he comentado, un objetivo principal que no era otro que el Maratón de Donostia 2017 a celebrar el 26 de Noviembre. En total esperaban 11 meses diferentes, ilusionantes y llenos de retos. Decidimos afrontar sesiones de fuerza, cuidados alimentarios, descansos, recuperaciones, visitas regulares a la fisio (MILESKER Ainhoa Auzmendi!)… y también nos “enfrentamos” por primera vez a un cambio de mentalidad en cuanto a cuándo competir y al horario de entrenamiento adaptado a las circunstancias. Los entrenamientos tendrían absoluta prioridad y yo me comprometía a no proponer carreras no programadas. No habría un “me apetece”, un “la del pueblo”, una “mixta” que nos desviase del camino. Pensaba que sería más complicado de cumplir. Pero cuando se hacen las cosas con gusto esto es pan comido.
Sin embargo, lo que más me ha sorprendido de mí mismo, ha sido ser capaz de entrenar antes de que las alondras (unas aves muy tempraneras) abrieran los ojos. El despertador ha sido muy machacón durante muchos días haciendo sonar Iron Maiden a las 4:00 a.m…. Concilia familia lagunak! Y es que por suerte, mi mujer Amalur, está también en manos de Sasoituz desde hace 2 años y había que encontrar un hueco. Y ahí estaba ese hueco: frío, oscuro, silencioso y solitario, sí, pero que me ha dejado claro que si puedo con eso, puedo con casi todo. Y eso, es un aprendizaje que no tendría en la zona de confort de mi sofá. Lo ganado ahí, compensa todas las horas de sueño perdidas. Lo tengo muy claro.
Muy probablemente, esa falta de descanso, fue la que me hizo entrenar con mucho dolor en la cadera allá por Julio y Agosto. Pero también lo superamos, y cuando todo parecía encaminado, al final de un muy buen entreno, zas!, se rompió algo en el sóleo. Parecía poco. Pero la experiencia me decía que sería más de lo que se suponía. Estábamos a 12 de Septiembre.
Fueron 6 semanas de prueba-error. Fueron 6 semanas que no dejaron de asombrarnos. No me di por vencido y no me “tiré” a las galletas ni a la mala vida fruto de la desesperación. Al contrario, la elíptica fue mi amante e incluso baje 2 kilos. A la cuarta semana, gracias a la mediación de una gran amiga, corroboramos una cicatriz en el sóleo. Dos semanas después tenía el alta de la fisio. Y la gran duda: ¿seguimos o alargamos hasta Sevilla?
Decidimos ir a Donostia, aun sabiendo que iba ir muy justo. Aunque luego fue todo de cara. Muy buenos entrenos que así corroboraban los test y muy buena compañía. L@s AMIGOS que tengo dándole sentido a esa palabra que he puesto en mayúsculas, ¿qué más se puede pedir? MILESKER!
Donostia no fue lo esperado, ya que pasó lo inesperado. Problemas de estómago. Algo que siempre me funcionaba está vez me falló. Decidí alargar el camino. No merecía este final.
Sevilla. 25 de Febrero de 2018. Fijamos esa fecha. Parecía cerca, sólo 13 semanas más. Pero hacían que el total se fuese a 14 meses. Y se notó. Pero volví a superarlo. Volvimos a hacerlo. Porque en estos momentos los ánimos de todos ya se hacen imprescindibles. Y mira tú por donde, que me vuelvo a poner en una forma muy decente y así lo volvían a decir los test. Y mira tú por donde, que se vuelve a torcer por una sobrecarga en el poplíteo y una ciática que me tiene tieso al correr. Pero yo no salgo a que me cronometren 42 kms, ¡salgo a competir en un MARATÓN!
Aunque el día anterior el dolor era notorio en los 25 minutos de rodaje que tenía, tengo buenas sensaciones calentando desde el apartamento hasta la salida. Allí se ha quedado Amalur que me seguirá por varios puntos del recorrido. ¿A ver si al final la adrenalina me va a dejar luchar? Confío en ello.
Salgo con la liebre de 2h45′. Va algo más rápido y se lo recriminan pero yo, a la estela del grupo, voy bien. Sobre el km 10 me empiezo a dejar caer un poco junto a otros corredores que preferimos seguir nuestra percepción y no al ritmo de la liebre. Sigo bien. Los geles entran sin problema. He conseguido que Amalur me vea en la Torre del Oro (km 5). Parece que es el día.
Sobre el km 12 empiezan los primeros signos de dolor y para el km 15 me ha cogido la ciática toda la pierna izquierda. Desde ese momento sé que no será posible cumplir. Pero intento olvidar el dolor y la cojera. Hay momentos, antes de pasar la media, en los que estoy seguro de mantener un ritmo de 4’00″/km. Paso la media en 1h22’35”. Empieza a trabajar la cabeza.
Al parecer es la cabeza lo que más he entrenado durante estos meses. Ha evolucionado de una manera que me ha dejado muy sorprendido. Es la que ha estado más preparada en los malos momentos, y ha ido siempre un paso por delante de todo lo demás. Y en el momento más difícil, ha vuelto a estar como en Donostia a la hora de decidir la retirada, muy a la altura de las circunstancias, valorando los daños de mi cuerpo y entendiendo que no había demasiado riesgo físico por terminar la carrera por mucho dolor que hubiera que soportar. Y aún y todo consigo pasar el km 30 en 2h00′ a un ritmo de 4’00″/km.
Los últimos 12 kms son penosos, tardo más de 60′. Me da pena por Amalur, que me ve arrastrar las piernas. Pena por la marea humana de ese pueblo sevillano que es cojonudo y que anima desde las 8:30 a.m. Pena por la gente que sé que me sigue. Pero al final todo llega, y allí estaba la Cartuja esperándome. Entrar cojo y dolorido, feliz y contento, dichoso y orgulloso, no tiene precio. Siento una paz interior al momento muy difícil de describir. Reconozco la sensación de haber hecho lo correcto al instante. Estar preparado para estos momentos y saber dar la importancia justa al crono (esto también se entrena) hacen que el final sea feliz. ¡Pero que muy FELIZ!. Todos los pensamientos en meta son positivos.
Me reúno en un abrazo interminable con Amalur y de camino a casa (sí, andando 4 kms ), a la hora y media de terminar, le comento que empiezo a “olvidar” incomprensiblemente el sufrimiento. Me dice que pasa lo mismo después de un parto.
Ya más tarde, sobre las 17:00 comiendo algo en un restaurante, una primera valoración que todavía mantengo y que fue la respuesta a una pregunta que nos hicimos:
– “¿Ha merecido la pena? Por supuesto. Rotundamente SI y que se corrobora con las últimas reflexiones compartidas con Krutx donde reflejamos que no es el maratón lo importante, en este caso, sino la vivencia de superar obstáculos y terminar una tarea que se presentaba cada vez más difícil según transcurría el tiempo. Es un excelente ejemplo que sirve para identificar varios aspectos que configuran el carácter competitivo:
1-Afrontar una prueba como siempre lo he hecho.
2-Intentar hacer lo mejor posible con pocas posibilidades de obtener la marca deseada.
3-Responder ante semejante adversidad con mi mejor versión competitiva.
4-Mantener la confianza alta y una gestión emocional adecuada a lo largo de la prueba.
5-Compararme conmigo mismo centrándome en las tareas realizadas, independientemente del resultado obtenido.
Es decir, desde un punto de vista de la psicología del deporte, un deportista con una extraordinaria fortaleza mental, alto espíritu competitivo y mentalidad ganadora, demostrando que la mentalidad ganadora no sólo hay que atribuirla a aquellos deportistas que ganan.
MILESKER, Krutx eta Ainhoa por dar sentido a esta experiencia. Amalur, sin ti, sería imposible. Y a tod@s los que habéis respetado que haya elegido un camino diferente.